TAMARINDO
Para mi familia era obligación en los años ochenta y principios de los noventa que cada idea de paseo se materializara en Playa Tamarindo; Ahí acampe muchos días, son incontable las mejengas de fútbol y voleibol que me di en esa arena. Mi familia se hacia una, alrededor de una tertulia, de un juego de mesa o una carne asada Así puedo seguir contando todos los recuerdos que puedo extraer de aquella playa.
Pero aquella rutina se cambio en los últimos años para playa Avellana, esto con el afán de evitar la aglomeración de extranjeros y visitantes, y cada vez mas fue la apatía por esos paseos que terminamos buscando lugares de montaña para pasar buenos ratos.
Bueno el asunto es que en los últimos años, específicamente en los últimos doce años solo visite esa playa tres veces, ya que fui cada vez abrazando esa imagen, no tan alejada de la verdad, de que los Guanacastecos habíamos perdido Tamarindo, que tamarindo ya no era para nosotros.
Pero este sábado santo decidí tomar un pedacito de esa arena de Tamarindo, alquile una sombrilla y una silla de plástico y la puse donde me dio la gana, me bañe, disfrute, talvez no como en aquellos tiempos pero si como dueño, ya no de aquel gran arenal sino de aquellos tres metros cuadrados que dejaba sin uso el gentío. .
De esta experiencia rescato tres cosas:
Extranjeros por todos lados, son casi dueños.
Un buen numero de nacionales, la mayoría de los que los Guanacastecos llaman Cartagos (o sea de Cartago, San José Heredia, Alajuela) jugando de gringos
Y tres lo triste que es no ver los Guanacastecos disfrutando, solo vendiendo gelatinas, cervezas agua, y copos.
Reflexión: No dejemos que nos echen de nuestras playas, tomemos lo que nos pertenece, no vendamos nuestra tierra, defendamos nuestra identidad
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